Amor en la poesía
pues amor en vuestra ausencia...
Concepción del amor
«La concepción que del amor tiene Manrique está muy
próxima a la del amor cortés propia de la poesía
provenzal y trovadora cuyos ecos aún perviven en la segunda mitad del
siglo XV: el amor como imposibilidad, el placer fundido al dolor,
etc.».
Varios autores [1982:VI].
«Entiende igualmente el amor como un servicio, proclamándolo
"señor", en el sentido en que en la sociedad medieval se da
la relación de señor y súbdito. El poeta, que ha hecho
fuerte jura, / como vassallo
hidalgo, desarrolla el tema de esta relación
básica, tan querida en la Edad Media, entre señor y vasallo;
de ahí que el amante haya de servir a su amada y que haya una
"feudalización del amor". Hace equivalente el concepto de
servir con el de amar (Por fin,
de lo que dessea / mi seruir y mi querer) y pasa por ser la
servidumbre el estado natural del amor con sus penalidades, trabajos y
sacrificios. El tema del amor entendido como servicio tiene en los versos de
nuestro poeta las correspondientes imágenes medievales castrenses y
el léxico de la violencia (fuerza, porfía, rabia, amenaza)
contra la amada, contra sí mismo y contra la ausencia: el amante ama
como pelea, el amor escala su castillo interno...»
Miguel de Santiago [1989:15].
«El cancionero amoroso de Jorge Manrique podría considerarse
como modelo de la convencional poesía feminista. La distante y altiva
mujer tiraniza los sentimientos del hombre, que no osa hablar; no se apiada
de él, lo olvida, pero es tan excelsa que no hay mayor gloria que
servirla y que la constancia del amante es en sí misma
recompensa».
Antonio Serrano de Haro [1975:123].
«El amor en D. Jorge es siempre vencimiento. Lucha contra la
amada, contra sí mismo, contra la ausencia. Sus versos son sobrios y
un poco toscos, como armas; a veces los lanza impacientemente, con gesto
acusador: hasta uno de sus más dulces momentos -lo había
besado su amiga- es recogido después en una canción que se
inicia con esta intemperancia:
"Vos cometistes
trayción"».
Antonio Serrano de Haro [1975:151].
«Hay pensamientos que dominan la obra galante de Jorge Manrique y
reaparecen en ella como tirante nervadura. El amor consiste en la fe, es
decir, en la adhesión personal del amante a su pasión y a la
amada. La virtud fundamental en el amor es la firmeza. Esta entrega del
amante a algo que está fuera de sí supone una lucha consigo
mismo y una derrota. Su consecuencia es el dolor. Motivo muy particular de
sufrimiento amoroso es la separación o ausencia. El temor del amante
le hace callar. La muerte, negándolo todo, es lo único que
puede resolver la contradicción radical del amor».
Antonio Serrano de Haro [1975:346].
Ejemplo de esto último es el poema "Ved qué congoxa la mía",
en donde el poeta, después de expresar sus cuitas de amor, concluye
con un terrible:
«N'os pido que me
sanéys (...) mas pido's que me matéys».
La mujer en su poesía
«Es significativo que sus tres obras de
burlas van destinadas a mujeres, como contrapeso a que toda su
poesía, prácticamente, está destinada a adorarlas y
quejarse de su dureza».
Antonio Serrano de Haro [1975:339].
«También puede ser significativo (...) que en las Coplas el amor está
prácticamente ausente salvo en una leve alusión al amor
cortesano, y ello pese a que en este poema se congregan todos los incentivos
y promesas que el autor ha descubierto en la vida. Pero lo que encuentro
más expresivo es el carácter eminentemente paradójico
de la propia poesía amatoria de Jorge Manrique. En sus poemas no hay
generosidad hacia la mujer; los transportes de amor y el continuo clamor de
sacrificio no esconden el que en la mujer no ve a un ser excelso, sino
cruel, y la crueldad es una forma de mezquindad, con la que
choca».
Antonio Serrano de Haro [1975:357].
La poesía amorosa en conjunto
«Por dondequiera que la miremos, esta poesía amorosa de
Manrique, realizada en breves poemas, de aspecto a veces ligero, abunda en
correspondencias lógicas internas, y tomada en conjunto tiene aires
de una construcción intelectual bien diseñada. No son estos
poemas, aunque leídos sueltos puedan engañarnos, livianas
poesías ocasionales, que vuelan cada una por su lado y nos
descarrían la atención por varios caminos divergentes,
no».
Pedro Salinas [1974:21].
«Es indudable que si Jorge Manrique no hubiera escrito más
que sus versos amatorios, hoy no pasaría de ser un poeta más
entre tantos otros como pueblan los Cancioneros de su tiempo. Su fama la
debe enteramente a las Coplas
motivadas por la muerte de don Rodrigo, y si el caso no es único, por
lo menos es de notar que le haya bastado un solo poema para alcanzar un
primer puesto en el Parnaso español. (...) La misma categoría
de las Coplas ha oscurecido al resto de las composiciones
manriqueñas que, si ya de por sí no poseen fuerza suficiente
para sobresalir, sufren evidente detrimento con la comparación.
Quizá por eso los juicios que la crítica dedica a unas y a
otras, no están expresados en forma demasiado amable para ese
montón de versos desvaídos que figuran como un peso muerto en
la obra de Manrique».
Jesús Manuel Alda-Tesán [1992:26-27].
«A pesar de todo cuanto se ha escrito, hay que afirmar que la
poesía amorosa de Jorge Manrique no es una mera poesía
ocasional o de circunstancias, si bien en modo alguno llega a constituir una
gran obra. Y si su producción no hubiera tenido ese broche de oro que
son las Coplas por la muerte de su
padre el autor no habría pasado de ser un mero poeta de segunda
categoría en los cancioneros de su tiempo. No obstante, la fama
sobrevenida justamente al autor de las Coplas hace que leamos atentamente
también el conjunto de sus poesías amorosas».
Miguel de Santiago [1989:16].